Que vivimos en un mundo digital, es una realidad a medias; sobre todo si consideramos que en México el acceso a la tecnología es un tema de poder adquisitivo, y en realidad cuando las marcas entran a jugar al plano digital, están desplegando un manifiesto claro de orientación a los usuarios que se encuentran en estas plataformas.
Es innecesario enlistar el amplio panorama de evidencias del porqué la situación actual y contextual de nuestro mundo ha servido como trampolín para el desarrollo e implementación de tecnologías en la vida cotidiana. Basta solamente el dato desmesurado de las órdenes diarias de Rappi que se incrementaron hasta en un 700% en los primeros meses de la pandemia y las transacciones con tarjeta de crédito que crecieron de un 50% a un 70%.
Soluciones para situaciones actuales
Lo irónico de la situación es que el escenario comercial en México siempre ha sido bastante reacio y terco, se mueve lento, como si cargara con todo el peso del tercer mundo sobre sus hombros. En mi experiencia de años en el ámbito de la publicidad digital, y luego en el desarrollo de soluciones digitales, al empresario mexicano le gusta hacer las cosas “como siempre se han hecho”, porque “para qué cambiar si esto funciona”. Por otro lado, es mucho más caro y difícil confiar en la inversión en tecnologías, que mejorarían evidentemente los procesos, que jugar a la segura.
En los últimos años he tenido contacto con empresas de distintos giros industriales que siguen utilizando tecnologías de producción que se usaban en los 70’s en los Estados Unidos. Platicando con amigos, me he dado cuenta de la ruta que siguen algunas de ellas, compran maquinaria en las grandes subastas de otros países y las importan a sus respectivos estados. Aunque sea tecnología que muchas veces ya haya dado todo de sí.
Pero como decía, la pandemia fue una sacudida para el empresario mexicano que por fin volteó a ver, quizás porque no le quedó de otra, hacia el entorno tecnológico creciente en nuestro país y que ya estaban aprovechando muy bien muchas empresas extranjeras.
Lo que me gusta de este asalto de la tecnología por parte de los externos, llámese Rappi, Uber, etc.; es que no se preguntaron qué tan fácil o difícil sería alinear a los empleados a este tipo de entornos de trabajo, simplemente lo hicieron. En los últimos dos años, he escuchado a empresarios de todo tipo tener la intención de abrir sus propias empresas de cursos digitales, sus rappi’s para la región o bien voltear a ver a la cúspide del desarrollo de software.
La situación contextual tampoco ha sido tan benéfica, hay mucho temor al momento de invertir, por la situación política que vive nuestro país y sus largos periodos de encierro, además de que el gobierno no ha favorecido el interés el desarrollo de nuevos negocios.
¿Quiénes han sido las grandes salvadoras de ese embrollo pandémico en el que continuamos hundiéndonos?
Las APP’s y claro, el trabajador de todos los días que no abandonó el barco de buenas a primeras, sino que ha continuado con sus propios recursos organizándose como ha podido, comprando un celular o adquiriendo más Internet, para mantenerse vigente.
Así pues, el mercado de la formación digital es la catapulta necesaria, hemos crecido como hemos podido, hemos usado los recursos que hemos tenido a la mano, pero ¿qué hubiera pasado si de verdad alguien se hubiera tomado el tiempo de formarnos en estas tecnologías?
Bueno, pues aquí estamos, ese es el arduo trabajo que tiene como objetivo Pixolab GrowTraining.